Tic, tic, tic, tic
Golpea el caño de la sombrilla contra
el de la reposera. Saca el arena del hueco y vuelve a clavarlo en el
suelo. Lo clava y lo gira con sus muñecas que a la vez giran sus
hombros.
Tic, tic, tic ,tic
Lleva un reloj rojo en el brazo
derecho. También una cruz dorada que le cuelga del cuello en
posición recta cuando él está inclinado, clavando el caño de la
sombrilla en la arena.
Tic, tic, tic, tic
Por encima del elástico de la malla
negra se reposa su panza. No le cuelga cuando está inclinado, se
mantiene firme. Firme y peluda. Mientras hunde el caño, y gira sus
muñecas y sus hombros, pone cara de sufrimiento.
Tic, tic, tic, tic
Como si le perdiera el tiempo al grito
del heladero, heladero que lleva guitarra, suenan los golpes en el
caño de la reposera otra vez. Como si el heladero no lo escuchara, y
seguro que no lo hace porque todavía está lejos, rasguea la
guitarra sin tiempo ni acorde. Sin relación alguna con su grito de
venta y con una bolsa de nylon que cubre el clavijero.
Tic, tic, tic, tic
Le saca el arena del hueco al caño por
última vez. Lo da vuelta, lo entierra de otro lado que tiene punta y
arrastra con el pie la arena que lo va a mantener firme. Firme la
sombrilla, como su panza encima de su malla, como él mismo va a
estar en esa reposera ya debajo de la sombra por un rato... Tan firme
la sombrilla que él se va a ir con un bolso hasta la avenida y la va a dejar con la reposera en la arena. Ya construyó.